jueves, 15 de diciembre de 2011

¿265?

265,266,267... uno de estos números o cualquier otro, dentro de las cerca 500 personas que llegaron a contratar, sería yo. Me figuro que estaría por la mitad, por eso que mi apellido comienza por M, un número al fin y al cabo.

Así, es como se trata hoy en día al trabajador. Dejas tu nombre y apellidos en la puerta, dejas tu personalidad en la entrada y te conviertes en un número, en una máquina a disposición de la empresa que te contrata. Como en todo hay excepciones, no todos los trabajos son así, pero en el mundo en el que me muevo ahora, el de los call center, la gran mayoría lo son.

Firnas, y si llegas a firmar, - en el que estuve una semana no llegué a firmar nada - un contrato con un mes de prueba, en el que te pueden echar a la primera de cambio y sin motivo. Eso es lo que me ocurrió, sobraba gente y echaron a algunos números. Se coge la lista de empleados y "echamos algunos de por el medio, otros del final... da igual como trabajen, sobran". El coordinador, la persona que te ve todos los días y con la que eres, por suerte, algo más que un número, te da la mala noticia "lo siento, me dicen que no pasas el mes de prueba, no hay motivos, sólo te puedo decir que lo siento". No era el trabajo de mi vida, pero da rabia. Da rabia, que aun sabiendo que estás haciendo bien tu trabajo no sirva de nada porque...SOBRAS.

Y no todo queda aquí, va mucho más allá. Te dan un curso de una semana (se puede dar en un día o dos perfectamente) el cuál cobras si pasas el mes de prueba. Son pocos los elegidos. Pero, claro, ellos no dejan de hacer cursos, ¿por qué? porque cobran subvenciones y ayudas por estos cursos. Incluso, yo he llegado a trabajar una semana, pero hay gente que ha hecho el curso y no le han llamado nunca. ¿No se supone que es un curso de formación para realizar el trabajo? Si no voy a trabajar ¿para que me haces perder el tiempo?

Está claro, que no sólo la culpa la tiene la empresa, es el gobierno y esta legislación que permite que se aprovechen así de los trabajadores y que se aprovechen así del dinero del contribuyente, con el que se pagan las subvenciones a esos cursos.

La pena, que tenemos que dar gracias por ser un número. Un número de trabajador. Un número de la seguridad social. Un número al fin y al cabo sin personalidad, ni nombre... eso no importa. Trabajas mal, no importa si el "dedo" no te despide. Trabajas bien, no importa si el "dedo" te despide. Mandan los de siempre y esos no son un número. Esos tienen sus nombres y apellidos no vaya a ser que se confundan a la hora de ingresar las cantidades de dinero que ganan a final de mes.

"¿Quieres dejar de pertenecer al número de los esclavos? Rompe tus cadenas y desecha de ti todo temor y todo despecho". Frase de un filósofo grecolatino.

domingo, 11 de diciembre de 2011

436

436 días desde que desperté.
436 días desde que salí de las faldas del mundo universitario y del becario.
436 días desde que empecé a hacerme mayor.
436 días en el mundo real.

Y así podría seguir eternamente, porque todos estos días han pasado desde que comenzó a cambiar mi mundo y me di cuenta que no todo en la vida es como uno quiere, como uno sueña.

Al principio, parece que te vas a comer el mundo, nadie puede contigo y tu camino no se para cuando una puerta se cierra. Poco a poco ves que no todo es tan fácil como te lo pintaban, el hecho de buscar trabajo es otro trabajo en sí. Horas y horas, CV y CV buscando trabajo y no sale nada. Hubo una época que pensaba que la gente era muy sibarita para esto del empleo, que seguro que había trabajo de cualquier cosa, dependienta, cajera, telefonista... pero me di cuenta que no era así. A una media de 50 CV por día, en todo este tiempo sólo he tenido 5 entrevistas. De ellas una salió medio bien y la otra bien (ya contaré estos trabajos más adelante)

Después, de la fase de euforia viene la de pesimismo. No voy a encontrar trabajo, esto es imposible, la cosa está muy mal, con tanta gente en el paro como voy a encontrar yo trabajo...

Tras alguna entrevista vuelve el ánimo. Vamos, que yo encuentro trabajo de lo que sea, yo hago y aprendo lo que me digan.

Cuando te das cuenta que desestiman tu CV, algunos por joven, otros por mayor, otros por tener dos carreras y otros por no tener la suficiente experiencia. Vuelta al hoyo.

Llegamos al veranito, el sol anima, sube la energía y volvemos a encontrarnos estupenda para comernos el mundo y encontrar trabajo. Curramos una semana (el gran mundo del telemarketing, donde somos un número) y.... ¡¡los ahorros se acaban!! La bajada más empinada de la montaña rusa...

Ahora nos encontramos en un momento extraño. Tengo trabajo, un trabajo que no sé cuando termina. Con esto piensas, bueno algo es algo. Mientras, que buscas algo de periodista pues no está mal. Pero cuando ves que lo que haces no merece la pena... piensas que para que has estudiado... ¿ha merecido la pena estudiar, para estar cobrando ahora 3,52 la hora?

Y en este punto estamos, en una montaña rusa de días alegres por tener trabajo, y días tristes por no ser el trabajo que quieres. Días alegres porque sí, me gusta ser feliz y días tristes cuando ves que no llegas a fin de mes...


...¡Qué difícil es esto de hacerse mayor!...