...años de ronroneos, achuchones y
lametones.
Muchos no lo entenderéis, otros lo
entenderéis pero no compartiréis, sólo aquellos que habéis
convivido, sólo aquellos que sabéis lo que una mascota te puede
llegar a dar y trasmitir, sólo esos entenderán mis palabras.
No me gusta mucho decir eso de mascota
porque son mucho más que eso, son parte de la familia, con ellos
nunca estarás solo. Fieles compañeros, fieles oyentes de tus
problemas, no responden con palabras, responden con hechos, con
carantoñas y lametones, a veces tienen mayor valor que unas
palabras de aliento obligadas.
Es la primera vez en 17 años que me
quedo sola en casa, cuando digo sola me refiero a completamente sola,
durante todos estos años siempre ha estado él, nunca he estado
sola. Su sitio en el sillón, en la silla o en la habitación de mi
hermana están vacíos. Sigue estando su cuenco de comida, pero éste
está lleno.
Dicen que cuando le ocurre algo a una
persona querida algo en ti se remueve y aunque tu corazón lo quiere
negar tu cabeza sabe, no sé cómo, que algo no va bien. Esto lo
sentía a miles de kilómetros de distancia y no con una persona,
pero si con un ser querido. Quería llegar y achucharle sin importarme
mi alergia y los siguientes minutos llenos de estornudos y picores,
pero no pudo ser y parte de mi lo sabía.
Cuando contábamos que nos teníamos que
turnar para no dejarle solo, la gente se reía: “Es un gato, puede
estar solo”. Pero no sólo era un gato, era parte de nuestras vidas,
no en vano hemos vivido 17 años con él, en mi caso desde los 11
años. Creo que es tiempo suficiente para que entendáis el cariño y
el amor que se puede tener a un animal después de tanto tiempo.
Todas las personas que han pasado por
mi vida le conocían 'en persona' o por lo que yo les he hablado.
Era tan especial que siempre tenía algo digno de mención, digno de
contar y digno de recordar. Nunca fue un gato huraño, distante,
independiente... no sé, nunca fue un gato como dicen que son los
gatos. A la mínima oportunidad estaba encima de ti, te seguía y no
se separaba cuando estabas enferma o con el ánimo bajo. Sabía
cuando necesitabas tenerle cerca.
El sentimiento que deja la desaparición
de un animal querido no es comparable a la de un familiar, y lo digo
con conocimiento, pero sí deja un gran vacío y un gran dolor,
porque tras pasar tantos años con él, son muchos espacios en casa,
son muchos momentos, son muchos los recuerdos que hacen que no le
olvides, que te duele recordar y pensar en él.
Como bien dije el día que me enteré:
Hay una nueva estrella en el cielo, pequeña, pero brilla muy fuerte
como su recuerdo en nuestros corazones.
"En el amor desinteresado de un animal, en el sacrificio de sí mismo, hay algo que llega directamente al corazón (...)" Edgar Allan Poe (escritor estadounidense)