Llevo
varios días dando le vueltas, pensando en el rol de la mujer a día
de hoy, en pleno siglo XXI.
Anuncios
como la web de compras Zalando en el que se muestran a mujeres
superficiales sólo preocupadas por los zapatos y la ropa, anuncios
de yogures en los que las mujeres son las que se deben preocupar por
la línea, anuncios de limpieza en el que las mujeres son las que
limpian en su hogar y decenas de ejemplos similares. Así como haber
escuchado a Pamela Palenciano en Telecinco, una mujer que sufrió
maltrato por parte de su pareja cuando era adolescente y ha creado
“No sólo duelen los golpes” un monólogo en el que a través de
su experiencia intenta transformar los modelos de amor románticos
machistas. Una mujer que hace reflexionar sobre como las mujeres de
hoy en día seguimos viendo las relaciones de amor, sobre todo las
jóvenes. “Estamos educadas para ser las princesas.”
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVktpdxVwUxlAJ2znz7KnJOZbtMf4bNeXWozlTYAc5IW7HnxBqz2YQSAutij_TPPlGPZqWKCeandSQRiWwCFuTw_YgiRgskqB4spidRzP77ppGHjAEvDOSJvFnT5vIeA4J5Y2hjYe6ryY/s320/BELLA+DURMIENTE.png)
Recientemente en un estudio
realizado por la Universidad Complutense de Madrid se recoge que el
29% de las jóvenes consideran los celos como una expresión de amor
y el 12% cree que sentir miedo de su novio es algo normal.
¿Hacia
que modelo de relación vamos? ¿es positivo que nuestros jóvenes
vean como ejemplo de relación aquellas relaciones conflictivas que
salen en televisión? ¿Sería conveniente educar a nuestros jóvenes
para que despierten de los sueños de príncipes y princesas?
Todo
esto me
ha llevado a pensar de nuevo en un artículo de Luis Bonino, que me
pasó Javi, en el que se hablaba de los micromachismos, de como la
sociedad sigue siendo machista pero de una manera más sutil, más
oculta y disimulada. Es un artículo más que recomendable porque no
son las mujeres las que hablan del machismo sino hombres. Hombres que
a través de sus comportamientos hacia las mujeres que les rodean
(pareja, madre, hermanas, amigas...) se han dado cuenta que la mujer
aún sigue sometida a un machismo, sobre todo tradicional, pero que
al ser tan sutil ni ellas mismas se dan cuenta.
Comencemos
por el principio ¿Qué son los micromachismos? "Los
micromachismos son 'pequeños' y cotidianos ejercicios del poder de
dominio, comportamientos
'suaves' o de 'bajísima intensidad' con las mujeres. Formas y modos,
larvados y negados, de abuso e imposición de las propias 'razones',
en la vida cotidiana, que permiten hacer lo que se quiere e impiden
que ellas puedan hacerlo de igual modo. Son hábiles artes,
comportamientos sutiles o insidiosos, reiterativos y casi invisibles
que los varones ejecutan permanentemente quizás no tanto
para sojuzgar sino para oponerse al cambio femenino"
“Todos
los micromachismos son comportamientos manipulativos que ocupan una
parte importante del repertorio de comportamientos masculinos
“normales” hacia las mujeres. Se ejercen intentando mantener y
conservar las mayores ventajas, comodidades y derechos que lo social
adjudica a los varones, socavando la autonomía personal y la
libertad de pensamiento y comportamiento femeninos. Machismo puro y
duro y micromachismos se basan ambos en una creencia masculina
procedente del modelo de masculinidad tradicional con el que se
socializa a los varones.”
En
el artículo se nos distinguen varios tipos de micromachismos.
Utilitarios:
se dan en el ámbito de las responsabilidades domésticas. Recoge que
por tradición, el hombre se encarga de lo público y la mujer de lo
doméstico. El hombre no se responsabiliza de lo doméstico de una
manera igualitaria o se define como ayudante de la mujer por lo que
es ésta la que indica y organiza el trabajo de los demás. O se
abusa de la capacidad de servicio de la mujer. Continúa el rol de la
mujer como cuidadora al servicio de los demás, se acogen a que las
mujeres lo hacen mejor porque son más cariñosas por naturaleza. Se
buscan requerimientos de la mujer con un mandato silencioso, a través
de gestos o comentarios la mujer cumple sin percatarse aquello que le
'exige' el varón, como ir a por la sal cuando se termina, abrir la
puerta cuando llaman... al no existir una orden como tal, la mujer no
es consciente de que no lo hace por voluntad propia sino por una
“presión invisible”.
Cuando
un hombre ayuda de manera igualitaria en las tareas domesticas, en el
cuidado de los demás (incluidos animales y plantas) se habla de “que
suerte tienes, no te podrás quejar...” La mujer no tiene suerte
porque es lo que tiene que suceder, un hogar es cosa de dos y no debe
de haber roles de jefe y ayudante.
En
el artículo se habla de un ejemplo que a muchos lectores les sonará:
“La
frecuente pregunta ¿Dónde está?, sin buscar previamente (que tiene
el subtexto: búscamelo y dámelo).”
Habla
de una “negación de la reciprocidad en el cuidado”. Ellos se
comportan como niños al enfermar, pero cuando la mujer enferma o
tiene sobrecarga de trabajo, exagera o no saben como ayudarla, de
esta manera la mujer no recibe ayuda.
En
el ámbito domestico el hombre “se escaquea” no realiza las
tareas porque son incomodas o no gustan y se acogen al que no saben
hacerlo o lo hacen mal para sólo hacerlo una vez. También, la mujer
tiene el rol tradicional de ama de casa que es complicado que
abandone porque es la sociedad la que coloca los roles y dificulta
los cambios. Luis Bonino ha trabajado con diferentes grupos de
varones y puede afirmar que los hombres no se creen sus propias
justificaciones. Reconocen que no existe la ignorancia de las labores
domésticas, pero que es incomodo y no les gusta por lo que no les
importa cargar de este trabajo a la mujer. Reconocen que se
escaquean, pero esto no les lleva a cambiar porque debe ser así, la
sociedad tradicional así lo impone. El hombre que cumple en el hogar
sin ser un mero ayudante, será considerado un 'calzonazos' por el
resto de amigos y no como un ejemplo a seguir por el resto de
varones.
Encubiertos:
Coartan
los deseos de la mujer y acaba haciendo lo que ellos quieren. El
método más utilizado es el silencio. El silencio siempre es algo
incomodo, las personas se sienten en la necesidad de rellenarlos. En
este caso, los hombres callan y las mujeres dan explicaciones o
información no necesaria. Este silencio suele ir acompañado, como
muy bien recoge Bonino, de la “expectativa de telepatía” la
mujer debe saber lo que el varón piensa.
Similar
al silencio es el aislamiento y el mal humor manipulativo, el varón
por no afrontar los problemas y crear una comunicación resolutiva se
encierra en sí mismo o se marcha a otra habitación de la casa. El
hombre reconoce su falta de comunicación y de esta manera intenta
eludirla y consigue que finalmente la mujer se conmueva y acepte lo
que el varón le pide.
De
la mano de la falta de comunicación de los hombres viene el
siguiente tipo. El hombre hace que habla, pero no se bajará de su
caballo. Da la apariencia de hablar del problema, pero sabe de
antemano que no se llegará a una solución porque no va a moverse de
su posición, pero hablar de ello es lo políticamente correcto. ¿Qué
mujer no a escuchado nunca “si me lo hubieras dicho de otra
manera”? El artículo recoge esta frase como una de las maniobras
utilizadas por el hombre para un apartamiento del diálogo y culpar a
la mujer por la falta de consenso.
Otra
de las maniobras de los micromachismos es utilizar la culpabilidad de
la mujer. Hacer sentirse mal a la mujer para salirse con la suya. La
mujer tiene la culpa de todo aquello que suceda, haciéndolo mal,
incapacidad para hacerlo... el hombre actúa como juez y él es
inocente.
El
hombre juzga “echando balones fuera” se acoge a las frases de “no
me lo dijiste, es tu culpa...” o “se hace el tonto” o el
cansado, aludiendo a una torpeza inexistente o a un cansancio
provocado por el trabajo externo al hogar.
Cuando
una pareja se encuentra en crisis entran en juego otro tipo de
micromachismos. Cuando un varón, por motivos externos o internos a
la pareja, se siente infravalorado, impotente, abandonado, sin
seguridad en sí mismo... utiliza los micromachismos para no romper
el status quo impuesto por la sociedad tradicional, el varón
por encima de la mujer. No puede perder el poder. El hombre se
distanciará, utilizará los tiempos a su antojo, atacará a la mujer
por su manera de expresarse (“si lo pidieses de otra manera, si no
chillaras...”) atacando a la mujer de manera que el varón puede
salir a flote, sientiéndose poderoso y con seguridad en si mismo
porque tiene alguien sujeto a sus intereses. Se 'paga' el malestar
con los que más quieres.
Bonino
concluye en los efectos de los micromachismos: “Crean
un clima más o menos “tóxico” de agobio y mortificación, que
sutilmente va encerrando, coartando o desestabilizando en diferentes
grados a la mujer, atentando así contra su autonomía personal y su
integridad psicológica si ella no los descubre antes (a veces pueden
pasar años sin que lo haga), o no sabe contramaniobrar eficazmente.”
Otros
autores hablan de “posmachismo.
Luis Lorente recoge en su libro “Los nuevos hombres nuevos. Los
miedos de siempre en tiempo de igualdad”, que son posmachismos por
haber nacido en el contexto de la posmodernidad, y por haber
mantenido desde su aparición una cierta distancia respecto a las
posiciones clásicas del machismo o del patriarcado.”
Otros
de “neomachista,
porque, cada día más, se está transformando en una nueva ideología
que se va extendiendo y que se caracteriza, precisamente, por tener
miedo a la igualdad. Es una nueva manera de sostener las posiciones
machistas de siempre, pero con nuevos discursos y nuevos contenidos.”
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Anónimo |
Pero
los resultados son los mismos. Seguimos viviendo en sociedades
tradicionales que impone los roles para el hombre y la mujer. En la
que aquellos hombres que intentan crear una verdadera igualdad son
raros o señalados por no hacer lo que el resto hacen. En la que
aquellas mujeres que tienen a su lado un verdadero compañero, con lo
que todo ello conlleva, es una afortunada y no debe quejarse de nada
porque es toda una suerte. La sociedad no entiende que es lo que debe
ser. No entiende que la mujer no tiene que satisfacer al hombre, debe
ser algo reciproco.
Sin
duda, una educación centrada en la igualdad, en que no somos
príncipes ni princesas, ayudará a crear una sociedad equitativa
entre hombres y mujeres. Analizando los comportamientos se llega a la
conclusión de lo que hay que cambiar.
Es
cierto, que una relación es un pacto entre dos, un contrato en el
que los puntos sean negociados entre ambos, uno ceda y el otro ceda.
De ahí, la importancia de la comunicación, no se debe ceder terreno
a los silencios por lo afrontar los problemas. Siempre se ha dicho
que “hablando se entiende la gente”. Pues hablando se crean y se
consolidan las relaciones. Hablando se puede llegar a ese pacto
igualitario entre hombres y mujeres.
“La
causa de la mujer es la del hombre (y viceversa): los dos se levantan
o sucumben juntos” Alfred Tennyson, poeta inglés.